Tráfico


Mientras papá cerraba la tapa del contenedor me sentí agitada. Le despedí con un beso: tenía que recoger a los niños ― Nos vemos el miércoles.

Tras sus reproches la miré y dije — la vida es una guerra.

―  Cierto y, usted y su padre propiciaron que decenas de niños inocentes la perdieran; piense en ello cuando llegue el momento ― dijo. Y la puerta de la celda se cerró tras ella.

Aquel sonido metálico me dolió en los oídos, recorrió mi cuerpo como un rayo helado y convirtió en un bloque mi estómago. Sentí que se hubiera cerrado mi contenedor. La derrota de aquellos niños había significado mi derrota.

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