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1 oct 2016

Nuevo diccionario de la lengua: Usurpación

Usurpación.

1.  Apropiación, por un representante, de las prerrogativas concedidas por su representado haciendo caso omiso de lo encargado por éste.


31 oct 2014

Y el hombre creó a Dios


Y el hombre creó a Dios y con él la justicia, el derecho, las normas, el premio y el castigo. Dio así carta de naturaleza a algo tan antinatural como el derecho a la propiedad y si tenemos en cuenta que somos un animal con la característica de la codicia es como una bomba suicida. Perro no come perro, pero los humanos en aras de ese injusto derecho, nos devoramos entre nosotros y meamos por todas partes para marcar nuestro territorio. 

Curioso animal el hombre. Nos inventamos un derecho tan absurdo que vicia todos los demás. El aire, la luz, el agua, la tierra. ¿Quien se puede erigir en propietario, siquiera de una parte, de algo que es de todos? Y cuando digo de todos, no me refiero a todos los hombres, si no a todos los seres. No hay nada, incluso la vida que no sea prestado; pero, lo disputamos y lo destruimos a nuestro antojo apoyados en ese mal llamado derecho. El estado del planeta y nuestra organización social nos retrata. Todo nació viciado y así nos va. 

Personalmente me escandalizo cuando leo que la mitad de la riqueza mundial está en manos de un uno por ciento de la población. En España veinte fortunas acumulan lo que el treinta por ciento de la población mas pobre, que son varios millones de personas.

Existe una declaración universal de los derechos humanos, pero la mayoría de los derechos: una infancia digna, sanidad, educación, vivienda, están pervertidos por el derecho a la propiedad y por tanto, para la gran mayoría, no son  más que una quimera.

Todo está del revés y es tarea titánica dar la vuelta a esta situación:  pasa por un control de la codicia y un mejor reparto de la riqueza. Posiblemente en el futuro, cuando el planeta esté al borde de la destrucción, y vamos por ese camino, las mayorías reaccionen y se inventen una sociedad basada en el respeto y el bien común; donde la propiedad no sea de nadie y nos demos cuenta que estamos aquí de paso. Si sembramos  esa semilla a nivel individual, crecerá a nivel colectivo; de esta forma puede que sea posible evitar una catástrofe mayor que la actual.

Foto de Paco Guerrero Roldán

10 jul 2014

El alma tiene masa y es gris


A mediados del siglo pasado Abraham Maslow elaboró una teoría según la cual, las personas, antes que nada, habrían de cubrir sus necesidades básicas, entre las que naturalmente está la alimentación; satisfechas éstas iría escalando en una pirámide imaginaria satisfaciendo otras necesidades de “menor importancia”. El siguiente escalón, cubriría la seguridad física, la de empleo, de recursos, moral, familiar, de salud y de propiedad privada. Satisfechas las anteriores escalaríamos hasta las necesidades de afecto, amistad e intimidad sexual. Más arriba se encontrarían las de auto reconocimiento, confianza, respeto y éxito y por último tras satisfacer todas las anteriores llegaría la escala de la auto realización, que comprendería: la moralidad, creatividad, espontaneidad, falta de prejuicios, aceptación de hechos y resolución de problemas, es decir, la explosión del alma; aunque, como todos sabemos, el alma, como diría Kundera,no es más que la actividad de la materia gris del cerebro.

Comprendo que las ONG estén echando el resto en los bancos de alimentos, no en vano en España según datos de UNICEF más de dos millones trescientos mil niños viven bajo el umbral de la pobreza. Estos días se ha creado una polémica sobre la necesidad de mantener abiertos en verano los comedores de los colegios para satisfacer las necesidades de las familias con menos recursos. No voy ha entrar en la obviedad de lo imprescindible que resulta esta medida, ya que, hay cosas que por que algún desalmado las niegue, no van ha dejar de existir. Esos niños resuelven una emergencia ¡Bien, por que  sean alimentados correctamente! Pero hay otra emergencia que no queda resuelta y es el hambre intelectual. Echo de menos bancos de libros, organizaciones que repartan alimentos para el alma; que como todo el mundo sabe es la parte del cerebro que nos distingue del resto de animales. Tenemos que ser capaces de que cuiden su cuerpo completo, no sólo una parte. Tenemos que darle el pescado y, además enséñales a pescar.

La semana pasada leí en la prensa la siguiente noticia: La UNESCO denuncia que en el mundo hay 58 millones de niños sin escolarizar. Esto supone un banco de 58 millones de personas destinadas a la explotación y al mantenimiento del statu quo. Personas dispuestas a tragar con lo que sea para poder alimentarse y alimentar a sus futuros hijos. Una masa de sumisión perfecta para que la codicia reinante se sienta segura, crezca y se desarrolle. Un caldo de cultivo fértil para que la minoría viva en el más repugnante exceso, acumulando los bienes que deberían repartirse de forma más justa.

Sin educación no hay espíritu crítico y sin éste las formas de explotación se perpetúan. Eso, es algo que el capital sabe a la perfección y utiliza los medios a su alcance para que nada cambie “¿ Que es eso de que el hijo de un muerto de hambre pueda estudiar filosofía para que aprenda a pensar por si mismo? ¿ Quien  desatascará nuestros inodoros, barrerá nuestras calles, limpiará nuestras casas? ¿Que tipo de sistema que se precie permite a los hijos de los desarrapados ir a la universidad? Mantengamos a los padres con lo justo así los hijos perpetuarán su clase” 

En España como en otros muchos países de occidente, el capital encontró en la Iglesia católica su concubina perfecta. Así, se han montado una suerte de educación por castas consentida por gobiernos de ideologías diversas donde han primado otros intereses distintos al interés general. Colegios privados bilingües y de calidad para ricos, Colegios subvencionados, pagados por todos para perpetuar valores de sumisión. Y una red pública de enseñanza que ha sido la desarrapada del sistema. Objetivo, perpetuar la estructura social. La casta, palabra de moda, la reflejó mejor que nadie Miguel Delibes en un pasaje magistral de su maravillosa novela: “Los Santos Inocentes”, cuando el señorito Ivan hace firmar a su lacayo analfabeto: Paco, y a su esposa Régula, para demostrar a un embajador extranjero como se las gastan aquí los terratenientes y el régimen. 

Algún ministro reciente y sociólogo, no por casualidad, no le ha importado inmolar su  imagen para conseguir objetivos tan sibilinos como una educación diversa y de calidad para las clases altas y otra uniforme, sin contenidos y enfocada al trabajo manual y de servicio para quien no se la pueda pagar.

En mi época de estudiante, realicé un trabajo titulado:” Conformismo o rebeldía. La perpetuación de los valores de clase”. Partía de una afirmación de Paul Willis de su extraordinario libro: Aprendiendo a trabajar. Ed. Akal. Madrid 1988. En él, Willis decía: Lo difícil de explicar en cuanto a como los chicos de clase media consiguen trabajos de clase media, es por qué los demás les dejan y lo difícil de explicar respecto a como los chicos de clase obrera consiguen trabajos de clase obrera es por que ellos mismos lo consienten”

Entre los hijos de la clase trabajadora se produce la paradoja, de que quien lucha contra el poder, ayuda a la perpetuación del mismo ¿ Como sucede esto? Existe una contradicción entre lo que viven en sus casas y los valores que le inculcan en la escuela. Ésta, para ellos, simboliza el poder establecido personificado en el maestro, desprecian sus códigos lingüísticos y los valores que estos transmiten por que los que consideran ajenos. Se apoyan en los valores de su grupo de pertenencia llevándolos a la descualificación y a la perpetuación del sistema. 

Pasados los años, las políticas neoliberales han llevado a la pobreza a grandes masas de población dejando en situación de extrema dificultad e igualando cada vez más a las clases muy humildes y las clases medias. LLegados a este punto se da el peor de los escenarios posibles. Jóvenes que se enfrentaron a lo establecido sin formarse. Resultado: una generación entera de jóvenes perdida por la descualificación y la desesperación (generación nini) jóvenes que ni estudian ni trabajan y viven sin ningún horizonte ni expectativa. Por otro lado, otros jóvenes que aceptaron las reglas del juego que le marcaba el sistema y se “rebelaron” estudiando y preparándose, para superar sus orígenes, son ahora una generación de jóvenes perfectamente preparados. Pero se da la circunstacia  de que por no pertenecer a las élites, a los que marcan el paso de las sociedades, se ven expulsados del sistema al que intentaron integrarse y tienen que emigrar o mal vivir con varios trabajos precarios, mal pagados y sin derechos.

La élites necesitan un ejército de parados y descualificados para poder subsistir y mantener los privilegios de esta vida, dejando los de la otra ( el más allá) para las masas de parias que limpian sus inmundicias y les sirven en la más completa sumisión. La salvación está en las nuevas generaciones, en su formación, en su espíritu crítico. En saber canalizar la rebeldía que les remueve contra la injusticia y dejar de ser como pececillos en un estanque dispuestos a morder el anzuelo de imanes, rabinos, curas, hechiceros, brujos, chamanes y salva patrias.




18 may 2014

La ilusión de elegir


Tanto, Layo rey de Tebas, como su hijo Edipo, creyeron en los vaticinios del oráculo de Delfos he intentaron usar su libertad para huir de sus terribles augurios. Pero su capacidad de elegir camino no los libró de su destino y Edipo terminó ciego tras matar a su padre y casarse con su madre.

Desde el principio de los tiempos, el hombre se debate entre el determinismo o el libre albedrío. La curiosidad, la soberbia de unos mamíferos con cultura, o ambas cosas, hace que filósofos y teólogos a lo largo de la historia se apunten a uno o a otro, o incluso a la mezcla de los dos, con el ambicioso deseo de conocer la verdad, bien sea revelada, o fruto de nuestra inteligencia de monos avanzados.

Las religiones han hecho de éste, un debate que mezclan el determinismo de dioses que lo conocen y lo pueden todo, incluso nuestra salvación, y el libre albedrío de los humanos que desafía el determinismo de los dioses y se condenan al castigo eterno si sus decisiones no son las acertadas, aunque ya estuvieran determinadas de antemano. 

La vida es sueño, decía Calderón; desde mi punto de vista, sólo para reyes y poderosos. Para los súbditos que no tenían nada era una pesadilla muy real. Para el don nadie que quisiera cambiar su destino le quedaban pocas opciones: el suicidio o el destierro, ya que ni el magnicidio estaba a su alcance.

En la actualidad vivimos en lo que llamamos una democracia capitalista donde se nos transmite la ilusión de que podemos elegir. Los que realmente pueden, es decir los poderosos y los acomodados, se les llena la boca con la libertad y nos hacen soñar, como Calderón,  con que podemos. Estos días nos bombardea una prestigiosa y muy exclusiva marca de automóvil con este mensaje: “Puedes comprar una casa, pero no un hogar, puedes comprar un reloj pero no tiempo, puedes comprar un libro pero no conocimiento, puedes comprar sexo pero no amor”, “Puedes comprar un coche” pero no de nuestra marca que es exclusiva y para personas que pueden elegir. No obstante, si dispones de la módica cifra de treinta mil euros, termina diciendo: “Ahora puedes”. En la mayor crisis del capitalismo que se recuerda, donde la gente está siendo expulsada de sus casas y la pobreza crece por doquier, es realmente obsceno hacerles soñar que pueden, para que vivan la ilusión de que son libres cuando no lo son.

Las mismas premisas obscenas se repiten en un sufragio universal donde la representación se puede convertir en usurpación si los supuestos representantes mienten a sus representados para conseguir patente de corso durante cuatro años y arrogarse un poder que no les corresponde, apoyándose en la idea de que representan la libertad de elegir de los ciudadanos. La gran masa votante, tiene la ilusión de ser dueña de su destino, pero no es así.

Al final, La eterna lucha entre determinismo y libre albedrío puede terminar, como para Edipo, en tragedia. Esta semana las televisiones nos contaban la historia de Mariam; una mujer sudanesa, que recibirá 100 latigazos y después morirá en la horca. Es la consecuencia de su decisión de renunciar al islam para casarse con un cristiano. Está embarazada de ocho meses, después de dar a luz se le “permitirá” amamantar a su hijo y luego será ejecutada. Mariam tomó una decisión y cambió su vida por su albedrío, por tanto, su hijo está destinado a ser un hijo nacido de la libertad pero, está claro que la decisión de los poderes religiosos y políticos prevalece sobre la suya y si encima tiene una niña, la tragedia estará servida en su peor versión posible.